Lo primero que te recomendaría si tienes la certeza de que sufres burnout es que te pongas en guardia. El burnout laboral puede ser uno de los sucesos más terribles al que puedas enfrentarte en la vida y conviene tenerle mucho respeto. Pero, como toda crisis, es una oportunidad de transformarte en otra persona diferente. A nivel profesional y a nivel humano. Debe ser esta esperanza lo que te impulse a salir de la situación donde te hallas.
Hemos venido diciendo que el burnout es un proceso. Puede ser la “parada final” de un estrés crónificado. Pues bien, conviene saber, dentro de ese proceso en qué estadio te encuentras (ver “fases y tiempos del burnout”) y cuál es su gravedad.
También es posible que seas reincidente, es decir, que no sea la primera vez que lo experimentas y que, por tus características personales –autoexigencia, perfeccionismo- haya sido una especie de patrón recurrente en tu vida.
Sea la primera vez que te sucede o no, es fundamental que consultes con un especialista. El tratamiento del burnout exige (quizá en mayor medida que otras psicopatologías laborales) un tratamiento individualizado. Cada caso puede ser un mundo y puede estar motivado por múltiples causas; personales, situacionales, grupales, organizacionales, etc.
También es preciso sepas que el tratamiento del burnout es costoso y lleva tiempo. La doctora Geri Puleo, gran especialista del tema, estima un mínimo de dos años para salir completamente de esta situación. Y, además, hay peaje que pagar; muchos profesionales consiguen salir a costa de abandonar la empresa o incluso al sector al que se dedican. Esta doctora hablar de una “curva” del mobbing con un descenso que puede ser muy rápido desde la fase de “alta motivación” a la fase de desapego (de seis meses a dos años) y una fase de recuperación que lleva un mínimo de dos años y que acaba con la renegociación de un nuevo “contrato emocional con el trabajo” que pasa casi siempre por una revisión de las expectativas y las energías que uno dedica a esta faceta vital.
Si crees que sufres burnout has alcanzado el primer hito de tu proceso curativo: tomar conciencia de la situación y ponerle un nombre. Esto te ayudará a entender de una manera integral el problema, “enmarcarla”, que dirían los ingleses.
Una vez entiendas que existe un problema y comprendas las implicaciones que tiene el burnout es importante mantener la calma. El pánico no te va a ayudar. Mantener la calma y entender la situación hará que puedas minimizar los daños. Se pueden tomar una serie de medidas de iniciales de choque. Veíamos como la despersonalización es una de ellas y es un recurso al que se tiende de forma natura pero hay más estrategias de afrontamiento, y las hay más adaptativas. Ejercicios de respiración, de relajación, tomar distancia, trabajar menos horas, intentar desconectar del trabajo, tomar vacaciones, cambiar ciertas dinámicas y rutinas, etc. Estas primeras medidas te servirán como dique de contención antes de abordar el problema desde la raíz.
Para abordar el problema con más profundidad hay que entender cuáles son los factores que lo causaron y lo están alimentando. Estos factores serán una combinación de características personales (perfeccionismo, auto-exigencia, miedo al fracaso, baja autoestima, etc), de características del puesto o tipo de trabajo, del contexto organizacional en el que se trabaje, etc. Habrá causas remotas y causas cercanas. Habrá estresores más intensos y menos intensos. Habrá sesgos, cogniciones equivocadas y auto-instrucciones negativas. Por eso es importante que te pongas en manos de un especialista para ir desgranando todas estas causas y hacer un buen análisis funcional del problema.
Hasta aquí la parte más sencilla. Pero para salir reforzado del burnout es importante que decidas qué quieres hacer con tu vida, con tu vida laboral –se entiende- pero también con tu vida en general. El burnout es una crisis laboral. Toda crisis –casi por definición- implica la transformación en algo diferente. De una crisis se sale transformado, uno no es el mismo que antes. Tú eres el que ha de decidir los términos de esa salida ¿en qué te quieres convertir como persona y como trabajador? ¿cómo imaginas tu futuro? ¿Qué objetivos tienes en la vida? Son preguntas trascendentales y difíciles que exigen ser muy honesto con uno mismo. Contar con ayuda externa puede facilitar la labor.
Una vez tengas claro la fase anterior –que puede ser muy catártica-, hay que tomar medidas encaminadas a alcanzar los objetivos que te has propuesto. Ser proactivo en el cambio. Cuando se está sufriendo burnout, el trabajador suele ser pasivo y reactivo, es decir, espera a que las cosas pasen a su alrededor para actuar. En este caso se trata de lo contrario, hay que provocar los cambios que se desean.
El proceso descrito es duro emocional y vitalmente hablando, pero también es una oportunidad de salir reforzado como persona y como profesional. Y de llevar una vida más plena. En muchas ocasiones, el trabajador decide dejar la empresa o el sector pero otras soluciones pueden ser también posibles (recolocación, excedencia, etc.). Hay que valorar todas las posibilidades sabiendo que no hay recetas universales ya que cada caso tiene sus particularidades.