Carta al director de El País del día 13 de octubre de 2014
Durante 15 años he estado trabajando en varias multinacionales, algunas de ellas de las más grandes del mundo. He de decir que nunca me dieron tarjetas Black, pero había otras regalías que no dejaban de resultar sorprendentes. Por ejemplo, cada vez que trabajaba en el extranjero, cosa que ocurría con bastante asiduidad, me devolvían lo que me hubiese correspondido pagar de IRPF, al considerarse ese trabajo fuera de España una renta exenta en virtud del artículo 7, letra p, del LIRPF. Esto suponía un par de cientos de euros cada día que el fisco dejaba de ingresar, lo que era un buen complemento para un sueldo que rozaba —dependiendo del año incluso superaba— los seis dígitos. Cada vez que me deducía por un viaje al extranjero no dejaba de pensar en la cantidad de miles de euros que los altos directivos de muchas empresas, que se pasan la vida viajando fuera de España, dejan de ingresar al fisco por este concepto. De acuerdo, es legal, pero ¿hasta qué punto podríamos considerar esa deducción otra mamandurria más para tapar bocas a los altos ejecutivos? ¿Cuántos millones de euros no ingresados supone esta deducción anualmente? ¿Cuántas personas en España conocen, en fin, este tipo de exenciones que se aplican a las rentas más altas?— Javier Bardón Treceño.
https://elpais.com/elpais/2014/10/11/opinion/1413047502_584424.html