Es muy importante entender que el burnout no es un estado sino un proceso que va madurando a lo largo del tiempo y en el que el trabajador pasa por diferentes etapas. También sucede lo mismo con su tratamiento. Lleva tiempo. Incluso se prolonga por más tiempo que el propio proceso del burnout.
Casi todo trabajador que sufre burnout pasa o ha pasado por alguna de estas etapas:
- Fase de entusiasmo y “enamoramiento”. Es muy frecuente, de hecho es casi la norma, que los trabajadores que experimentan burnout fueran, al comenzar a trabajar, trabajadores “estrella”, que ofrecieran un alto rendimiento y que tuvieran una alta motivación por su trabajo. Durante esta etapa el profesional muestra unos elevados niveles de energía, se ofrece voluntario para nuevos proyectos y no evalúa correctamente sus límites ni sus expectativas laborales.
- Fase de estancamiento. La persona comienza a darse cuenta de que algunas de sus expectativas no se están cumpliendo. Los objetivos que se había marcado no se cumplen o se demoran más de lo que hubiera deseado. Comienza a tomar consciencia de la realidad de su entorno organizacional. Entiende que tendrá que revisar y rebajar sus perspectivas laborales y su desempeño. Tiende a igualarse a sus compañeros en cuanto al nivel de energía que está dispuesto a invertir en su trabajo. No obstante, el tener consciencia de tener que renunciar a sus expectativas iniciales le genera sentimientos de impotencia e insatisfacción. Esta fase y la siguiente pueden transcurrir en paralelo.
- Fase de desilusión. El trabajador percibe que no se siente del todo bien en su nueva situación. El trabajo comienza a ser una fuente de frustración. Constata que la empresa o su jefe tienen limitaciones que no va a poder salvar. Empieza a preguntarse por su futuro laboral y dentro de la empresa y a frustrarse por no poder alcanzar aquello que siempre anheló.
- Fase de irritación e ira. El trabajador deja de experimentar un sentimiento de frustración (pasivo) para pasar a experimentar irritación. De hecho, la ira y la irritación son hijas de la frustración. Empieza a protestar y a criticar (a través de la ironía o el sarcasmo) procesos, personas y al propio liderazgo de la empresa. Es probable que esta etapa se transfiera y contamine su vida personal.
- Aparición del burnout.
- Fase de apatía. Esta fase es central al síndrome del burnout. Como se ha explicado, el burnout supone una “dimisión emocional”. El trabajador siente que no se puede implicar más y rompe su contrato emocional con el trabajo aunque sigue acudiendo a la empresa (simplemente por recibir la paga a final de mes). No acepta nuevos retos ni nuevos proyectos y se limita a cumplir con lo estrictamente necesario para no ser cesado. Aparece el desinterés y, junto a él, comienzan a surgir problemas emocionales, conductuales y físicos.
- Fase de distanciamiento y despersonalización. Como hemos comentado, esta fase no deja de ser una “estrategia de defensa” del propio trabajador. Como sabe que no da más de sí, que no puede aceptar nuevos retos o responder a clientes y/o pacientes, la persona decide distanciarse de su trabajo y de las personas que le rodean. Tiene una frustración crónica con su trabajo (que es posible que se transfiera a su vida). Aparece el último componente de la triada del burnout: la sensación de baja realización personal y el pesimismo hacia el futuro. Se flirtea con la idea de cambiar de empresa, de profesión o de vida.
La duración de las fases depende de muchos factores, fundamentalmente personales y de contexto organizacional. El proceso total puede durar entre seis meses y dos años. Se ha constatado que para cuadros medios y altos el proceso puede ser algo más largo ya que estos trabajadores tienen cierto control sobre sus tareas. Las personas que no tienen ese control pueden pasar de la primera fase a la última en tan solo seis meses.