Es difícil dar unas pautas concretas para defenderse el acoso laboral puesto que la casuística es amplia. Las situaciones pueden variar mucho dependiendo de la personalidad del acosador, de la cultura organizacional, de la naturaleza del trabajo a realizar, etc. Sin embargo, esta dificultad no hará que renunciemos a dar una serie de pautas, de carácter general, que pueden ayudar a paliar en alguna medida el sufrimiento y las consecuencias de este terrible lance vital.
Sin ninguna duda la mejor estrategia para frenar el acoso es huir del acosador o del ambiente laboral tóxico en el que uno se encuentra. Sin embargo, esto no es siempre posible al menos a corto plazo. Al trabajador pueden atarle circunstancias que hacen difícil una deseable huida. Antes de un abandono del puesto de trabajo, las víctimas suelen intentar detener la situación de acoso.
Para ello emplean una serie de estrategias intuitivas (normalmente por este orden): Primera. Ignorar las situaciones de acoso con la esperanza de que el acosador y sus posibles cómplices acaben cansándose y abandonando las bromas. Segunda. Dirigirse directamente al acosador para pedirle que deje de agredir. Tercera. Dirigirse a un superior o al departamento de recursos humanos para alertar del acoso y buscar ayuda. Cuarta. Intentar aceptar la situación y vivir con ella. Lamentablemente estas estrategias no suelen funcionar y suponen un gran desgaste emocional en el proceso.
En uno de los artículos de esta web (¿Qué hacer si se sufre acoso laboral?) ya se daban algunas pautas de cómo afrontar la situación desde una abordaje amplio del problema. En este caso, vamos a ver algunas estrategias y acciones concretas que han aplicado víctimas reales de casos de acoso y que –según cuentan ellas- les han funcionado. Volvemos a recalcar que algunas de estas estrategias pueden no funcionar para todas las personas y en todas las situaciones de mobbing. El que se activen unas u otras dependerá también de los propios objetivos que se tenga como trabajador. Toda estrategia persigue alcanzar un objetivo. Recordemos que, básicamente, existían tres objetivos, conservar el trabajo eliminando la situación de acoso, transición temporal hacia una nueva empresa o dejar el trabajo (emprendiendo una vía judicial).
A grandes rasgos hay dos tipos de estrategias de afrontamiento del problema. Se pueden abrir las dos vías en paralelo. La primera son estrategias centradas en cambiar las conductas de la víctima para minimizar las posibilidades de que se produzcan las conductas de agresión y la segunda tiene que ver con la búsqueda de apoyo social.
La premisa fundamental de la que se parte en cualquiera de las dos vías es que el acosador y el contexto no van a cambiar a pesar de que nos empeñemos en ello. Lo único que puede cambiar es aquello sobre lo que tenemos un 100% de control; es decir, nuestras propias conductas.
Estrategias centradas en cambiar la conducta de la víctima.
– Llevar un registro de las situaciones de acoso. Este proceso puede ser terapéutico en sí mismo. Se trata de apuntar todas las conductas de agresión que se produzcan (y las pasadas si se recuerdan bien las circunstancias y los detalles de las mismas). El registro ha de ser prolijo en detalles, incluyendo fecha y hora, descripción detallada de la conducta, testigos de la misma, etc. También es conveniente recoger pruebas (copia de los emails, whatsapp, grabación conversaciones). Es importante que dicho registro se lleve a cabo de forma secreta en la medida de lo posible. Tanto en un futuro juicio como en una investigación interna estas pruebas serán de gran validez.
– Confía en tus percepciones. Hemos visto como en algún momento del proceso la víctima empezará a dudar de si sus percepciones. Se preguntará si no si estará siendo hipervigilante o exagerada. Salvo en casos muy excepcionales, las percepciones de la víctima serán verídicas. Ante la duda, el propio malestar continuado y la confusión son las mejores pruebas de que existe el maltrato psicológico y este no es producto de la imaginación. Es importante no dudar de uno mismo. El acosador será inmisericorde y aprovechará el titubeo para hacer aún más daño.
– Confía en tu trabajo (y defiéndelo). Si el acosador es tu jefe -cosa que sucede en más de un 70% de los casos-, una de sus principales estrategias de hostigamiento será criticar tu trabajo. Es frecuente que de órdenes contradictorias, que cambie los criterios bajo los cuales juzga la calidad de tu trabajo o que mande tareas imposibles de realizar en los tiempos que pide. Es importante que la víctima defienda su trabajo. Es legítimo argumentar que no fue eso lo que se le pidió hacer o que difiera de los criterios de evaluación. Si el acosador insiste en magnificar los fallos o se pone fuera de sí, es aconsejable pedirle que ponga el “feedback” por escrito o que envíe un email explicando qué es exactamente lo que está mal. No te conformes con explicaciones generalistas o inespecíficas. Obviamente, guarda siempre copia de lo que te ha pedido y de los feedbacks que te da incluyendo, si fuera pertinente, grabaciones de las mismas.
– No pierdas el tiempo tratando de comprender al hostigador o a los testigos. Mostrar empatía tratando de comprender sus razones será aprovechado por el acosador para hacer más daño y acelerará tu desgaste emocional.
– Se asertivo. En el acoso, una de las primeras habilidades que se pierden es la confianza en uno mismo. Hay que hacer un esfuerzo para ir reponiéndola. No permitas que el acosador coarte tu libertad de expresión. Mantente firme y sereno en tus opiniones. No cargues con toda la responsabilidad de los errores. Ser asertivo siendo una víctima de violencia implica tener templanza, no tener miedo a las posibles consecuencias, trazar los límites. Dicho esto, es importante observar una serie de reglas. Tratar siempre de ser factual –no emocional-, ser corto telegráfico en las respuestas, es decir, no dar explicaciones de más -pues pueden ser utilizadas por el acosador en tu contra-, etc. Somos conscientes de la dificultad que entraña seguir esta regla pero es básica para superar la situación y evitar consecuencias futuras desagradables (la pérdida de confianza en uno mismo, sentir autodesprecio, etc). El agresor tratará de avasallar reduciendo tus espacios de libertad e inoculándote el miedo a responder. Se trata de poner límites a ello desde la serenidad y la asertividad.
– Intenta crear un espacio físico y/o mental de refugio. Tomarse pausas. Salir a caminar un rato después de comer, etc. Tener alguna zona que no esté contaminada por el agresor. Los ejercicios de respiración y relajación también ayudarán a tener micro-descansos.
– Evita -al menos temporalmente- que su trabajo sea el centro de tu vida. Si, desgraciadamente, nos ha tocado pasar por una situación vital tan destructiva es importante que no nos obsesionemos con ella. Para ello, habrá que cambiar drásticamente el orden de prioridades vitales. Dejar por un tiempo que el trabajo sea una parte fundamental de nuestra vida y dar cabida a otro tipo de actividades hasta que se normalice la situación. El deporte puede ayudar mucho (ayuda a cargar energías y a sentirse poderoso), retomar algún hobby, pasar menos horas en el puesto de trabajo, etc.
Estrategias basadas en la búsqueda de apoyo.
– Hablar de la situación de acoso con amigos o personas fuera del entorno de trabajo. Uno de los riesgos del acoso laboral es el aislamiento. Con la pérdida de autoconfianza y de autoestima, la persona tiende a encerrarse en sí misma. Hablar de un problema es también terapéutico pues ayuda a liberal la tristeza, la ansiedad y la rabia.
– Practicar actividades grupales. Dentro de la estrategia de evitar que el trabajo “sea el centro de tu vida” se pueden buscar actividades que requieran una interacción con gente. Jugar un partido de paddle, salir a pasear con amigos, tomarse cañas, etc. Volvemos a insistir en el doble objetivo de compartir tiempo con otros para evitar el aislamiento. Además podrán darse oportunidades para buscar el apoyo emocional de otras personas.
– Leer acerca del problema y escuchar a otras personas que lo hayan sufrido. Para muchas personas saber que su caso no es único y que es más común de lo habitual es de gran ayuda. En la red, existen numerosos testimonios de personas que lo han padecido. En esta página web ofrecemos enlaces a algunos de esos testimonios.
– Apoyo psicológico o profesional (ver siguiente epígrafe “¿Necesito ayuda psicológica? ¿Qué tipo de ayuda?”).
– Apoyo legal. Este apoyo puede encontrarse tanto dentro de la propia empresa como fuera. Algunas empresas tienen sus propios mecanismos para evitar el acoso. Es cierto que muchos de estos mecanismos no funcionan o sirven tan solo de tapadera para un posible “lavado de imagen” en caso de que el acoso se filtre a la opinión pública (y así poder alegar el socorrido “hemos abierto una investigación interna”). La mayoría de las grandes empresas preferirán despedir al trabajador -incluso con indemnización- para evitar investigaciones o daños a su imagen. No obstante, recuerda que la ley obliga a las empresas a proteger la salud de sus trabajadores y, por tanto, eso te da derecho a que la empresa te proteja contra el agresor. De no hacerlo -y probarse que era consciente del acoso- pueden exigírsele responsabilidades judiciales.
Independientemente de que se busque apoyo legal dentro de la empresa, creemos muy necesario contar con un apoyo jurídico externo. Asesorarse con técnicos expertos de los sindicatos es una vía, la otra sería acudir directamente a un abogado con amplia experiencia en estos casos (en esta web te podemos dar indicaciones sobre algunos de ellos si nos envías un correo).
Poner en práctica alguna de estas estrategias puede ser complicado. Requiere de mucha determinación, consistencia y fortaleza mental. Creemos que resultará más fácil con un sólido apoyo externo por lo que recomendamos trabajar junto con un psicoterapeuta y recurrir al apoyo de familiares y amigos.