Si ahora mismo estás leyendo estas líneas es posible alguien cercano a ti o tú mismo estéis en situación de vulnerabilidad o, directamente, sufriendo acoso laboral. El acoso laboral o mobbing es una situación delicada por las importantes consecuencias que puede acarrear a varios niveles (laboral, social, de salud, etc). Para que la persona pueda salir del trauma que supone el acoso es preciso que vaya siguiendo una serie de pasos o pautas. Esta secuencia de pautas maximizarán las posibilidades de una salida del problema que pueda ser satisfactoria para la víctima, independientemente de las implicaciones legales y profesionales que tenga esa salida. Veamos cuales serían las pautas de esa secuencia:
La primera de esas pautas es tomar conciencia de la situación. Si has estado ojeando estas páginas habrás comprendido que el acoso puede explicarse como proceso con una serie de fases. En la fase inicial del acoso es común que haya mucha confusión en la víctima. No entender bien lo que está pasando (a nivel externo) y lo qué le está pasando a uno (a nivel interno). Ser consciente de que existe el problema es un primer paso muy importante para salir de ese estado de confusión, empezar a poner en orden las ideas y afrontar la situación. A veces hay dificultad para aceptarlo por la carga humillante que tiene. El trabajo representa una parte importante de nuestro autoconcepto y de nuestra autoestima. Reconocer que tenemos un problema laboral puede llevar tiempo. Enfrentarse a ello, además, produce miedo, ansiedad e incertidumbre por el futuro.
Tomar conciencia es, por tanto, importante aunque, obviamente, no soluciona el problema.
La segunda pauta es la de hacerse responsable de la situación. Es un compromiso con uno mismo (responsable significa responder ante uno mismo) para afrontar la situación e intentar solucionarla. Ser responsable implica buscar alternativas, ponerse metas, hacer planes, establecer rutinas, etc. Implica un esfuerzo y un compromiso personal. Las ayudas de los demás serán cruciales pero, en último término, es la propia persona la que ha de tomar el control de la situación.
Al hablar de ayudas, es pertinente que advirtamos de ciertos riesgos. Es muy común que la víctima de mobbing busque algún tipo de apoyo, interno o externo. Internamente se pedirá ayuda a compañeros, superiores o al departamento de recursos humanos, por ejemplo. Externamente se buscará apoyo familiar, terapéutico y/o legal.
Sin embargo, hay que tener CUIDADO ya que no toda ayuda es beneficiosa. Algunas veces pueden resultar contraproducente. Hasta los años 80, por ejemplo, se creía que el acoso se debía a características de la personalidad de la víctima. Es por ello por lo que los consejos, incluso el de los expertos, se centraban en “cambiar” aspectos de su personalidad. Atribuir el acoso a características de la víctima hacía que esta se sintiera culpable empeorando significativamente su situación. Hoy en día, sigue siendo habitual que amigos, familiares o compañeros ofrezcan a la víctima este tipo de consejos sin duda bienintencionados pero que pueden alimentar procesos autoculpatorios incrementando el sufrimiento del acosado.
Es también frecuente que muchos especialistas (psicólogos, abogados, representantes sindicales, etc) recomiendan emprender acciones legales contra la empresa. Hay que advertir que aunque muchas veces es una recomendación válida, no siempre es la mejor alternativa para todos los casos. A veces puede no ser conveniente activarla en un primer momento.
La tercera pauta tiene que ver con comprender la situación tanto a nivel externo como externo. El acoso es injusto. Ningún trabajador debería ser humillado, aislado, insultado, marginado,pero lamentarse por ello no resolverá el problema. Es importante que se entienda por qué existe, cuál es su curso, qué implicaciones tiene para la víctima, cuáles son las dinámicas externas a las que esta se enfrenta y, también, cómo esas dinámicas pueden afectarle a nivel personal (no solo en el ámbito de trabajo sino en otros ámbitos como la salud, sus relaciones familiares, de amistad, etc). La comprensión conduce a la aceptación y ambas al siguiente paso.
Cuarto paso. Una vez se hayan dado los tres pasos anteriores, tomar de conciencia del problema, aceptar la responsabilidad y comprender la realidad externa e interna ya se está preparado para DECIDIR lo que uno quiere hacer. Esta decisión ha de ser personal y meditada. Según algunos expertos en mobbing, las alternativas posibles que tiene la víctima son cuatro: i) tratar de conservar el puesto de trabajo buscando una reparación por parte de la empresa, ii) tratar de conservar el puesto de trabajo sin buscar una reparación por parte de la empresa, iii) abandonar la empresa y buscar una reparación, iv) abandonar la empresa y no buscar una reparación.
Nota: por reparación se entiende reparación moral y/o legal y/o económica.
Cualquiera de las opciones será válida siempre y cuando sea lo que la víctima desee hacer (y no lo que le recomiende el abogado, el representante sindical o su pareja). Por supuesto que la elección de estas alternativas dependerá no solo de la voluntad del trabajador sino, también, de otros factores importantes: el tipo de empresa en la que se encuentre, las implicaciones económicas de la decisión, las alternativas laborales que existen, la coyuntura económica, el coste moral y económico del proceso, etc.
A su vez, las diferentes alternativas implicarán la activación de una serie de recursos y ayudas. Estas ayudas pueden ser profesionales (abogados, psicólogos, personal de la propia empresa) o personales (amigos, familia, compañeros de trabajo, etc). Cada uno de ellos jugará un papel dentro de la estrategia de terapia y resarcimiento (si lo hubiera). Una vez decidida la alternativa y las estrategias dentro de la misma, se ha de trazar un plan de acción. El plan puede suponer llevar algún tipo de registro diario o semanal, la denuncia de la situación, la contratación de algún servicio jurídico, la búsqueda en paralelo de un nuevo trabajo, pedir una baja, etc.
Como se puede comprobar, esta fase tiene implícito un componente de “proacción” vs. “reacción”. La proacción implica ser la causa del propio destino, mirar al futuro y dar los pasos necesarios para que suceda.
Zafarse de un caso de acoso no es sencillo. Si no se aborda con seriedad y rigurosidad puede producir consecuencias duraderas e indeseables en la víctima (de ahí que muchas presenten cuadros postraumáticos). Es un proceso que requiere tiempo y un cierto esfuerzo por parte de la víctima. También se necesitará ayuda externa. Sin embargo, puede suponer una buena lección de vida, una mejora en la comprensión de uno mismo y la posibilidad, en último término, de salir reforzado como individuo.