Decíamos en los artículos anteriores que el burnout es una forma de estrés extremo y que, además, es un proceso. Esto hace que sea importante aclarar un par de ideas importantes previas:
Como tipo de estrés, el burnout puede tener las mismas consecuencias físicas, conductuales y cognitivas del mismo (ver artículo: ¿Cómo nos afecta el estrés?). Además, tiene algunas particularidades propias relacionadas fundamentalmente con consecuencias de tipo emocional.
Como proceso es importante tener en cuenta que muchos síntomas irán apareciendo progresivamente y otros se irán agravando a medida que trascurra el tiempo.
Las particularidades propias tienen que ver con las tres dimensiones que identifican el síndrome: desgaste emocional, despersonalización y baja realización personal.
Algunos síntomas emocionales específicos del burnout (Importante: no todos se darán en todos las personas que padecen burnout)
- Fatiga por empatía. Es un término que se ha introducido recientemente en la investigación sobre el burnout. Se da entre profesionales que atienden casos relacionados con la salud o traumáticos. La persona experimenta un progresivo desinterés hacia el sufrimiento de otras personas. A su vez, ella misma experimenta sentimientos de desesperación, reducción de las experiencias de placer y una actitud negativa constante.
- Pérdida de idealismo. Normalmente, el profesional que experimenta burnout, comenzó a trabajar con altas expectativas sobre su trabajo, su capacidad de contribuir al éxito de la organización y su posibilidad de desarrollo profesional. Estas expectativas se van a ir viendo sustancialmente desgastadas a medida que pasa el tiempo y, de una forma exponencial, a medida que suceden las últimas fases de burnout.
- Falta de motivación por el trabajo. Realizar las tareas de forma mecánica sin poner ninguna implicación personal en ellas. Tener la sensación de ser un robot.
- Agotamiento físico. Además del agotamiento emocional que es una característica nuclear del síndrome, también aparece cansancio físico. Uno de sus primeros síntomas es la dificultad de levantarse por las mañanas para ir a trabajar. También se experimentará fatiga física durante el resto del día.
- La llamada “respuesta silenciosa”. También un término incluido recientemente en el estudio del burnout. Alude a la falta de involucración en nuevos proyectos, nuevos clientes o pacientes. El trabajador evita responder para no tener que comprometerse o porque no le parece que con su respuesta vaya a cambiar o mejorar la situación. Adopta una estrategia de “pasotismo” hacia el entorno.
- Irritabilidad. Las cosas más pequeñas le molestan y le provocan irritación. Se dan cambios bruscos de humor durante el día. Se pueden dar conductas más o menos esporádicas de violencia y agresividad.
- Cinismo. Se vuelve escéptico a la hora de valorar a las personas que integran la organización, especialmente al equipo directivo.
- Autovaloración negativa y sentimientos de incompetencia. Aquel trabajador que llegó con una fe inquebrantable en sus posibilidades empieza a dudar de sí mismo, de sus habilidades y se juzga negativamente. Se pierden grandes cantidades de autoestima.
- Tristeza y melancolía.
- Sentirse usado y desgastado. Desarrolla resentimiento hacia su superior o sus compañeros.
Obviamente, todas estas consecuencias emocionales junto con las consecuencias físicas explicadas en el artículo sobre el estrés ponen en marcha, a su vez, ciertas respuestas conductuales como son:
- Absentismo laboral.
- Abuso de sustancias u otro tipo de conductas autodestructivas (conducción temeraria, adicción al juego, etc).
- Deterioro de las relaciones personales en el trabajo y fuera de él.
- Abandono de la profesión. El trabajador puede sentir un deseo imperioso de cambiar de profesión porque se ve incapaz de continuar en su sector a medio ni a largo plazo.
Las consecuencias físicas del burnout (incapacidad para concentrarse, dolores musculoesqueletales, cefaleas, taquicardias, etc.) se detallan y se pueden consultar en el apartado de “Estrés Laboral” dentro de esta misma web.