En esta problemática mucho nos tememos que la respuesta es un rotundo SÍ. Aun cuando no se está absolutamente seguro de sufrir burnout o se esté en una etapa preliminar del proceso es conveniente hacerlo ya que las potenciales consecuencias pueden ser graves y traumáticas.
Como hemos expuesto hasta ahora, el burnout es un trastorno complejo que requiere un tratamiento individualizado y ad-hoc. Además, comparte sintomatología con otras dolencias y es frecuente que no se diagnostique correctamente. Es preciso delimitar bien el problema para poder tomar las medidas adecuadas.
Estas medidas pasan, entre otras, por:
- Un análisis funcional profundo del problema. Las causas lejas y próximas del burnout pueden ser muchas y diversas. Habrá que evaluar todas ellas y determinar su impacto relativo en el paciente. El análisis funcional permitirá determinar qué estresores son los principales para elaborar planes específicos contra ellos.
- Un abordaje terapéutico multi-componente e integrador. Este abordaje incluirá, necesariamente:
- Una actuación sobre las consecuencias físicas del burnout: Higiene del sueño, técnicas de relajación, de control de la respiración, técnicas de meditación, bio-feedback, etc.
- Técnicas cognitivas: reorganización cognitiva, modificación del pensamiento automático, desensibilización sistemática, detección del pensamiento, etc.
- Técnicas conducturales: entrenamiento asertivo, entrenamiento en solución de problemas, moldeamiento, técnicas de autocontrol, etc.
- Una re-evaluación, búsqueda de sentido y un nuevo contrato psicológico a nivel laboral. Habrá que explorar y elaborar hipótesis acerca de las causas últimas por las que se ha desarrollado el problema. También será preciso definir una visión y unos objetivos a los que el paciente quiera aspirar en su vida laboral.
- Mientras tanto, será necesario elaborar un plan de acción a corto plazo para el abordaje semana a semana del problema.
- El empleo de un proceso terapéutico que sirva de guía y favorezca el cambio. En ese sentido recomendamos la utilización de la terapia secuencial integradora que hemos mencionado anteriormente. Este proceso se compone de varias fases: tomar conciencia del problema, mantener la calma, minimizar el daño, comprender la situación, establecer objetivos, plan de actuación y monitorización de resultados.
En definitiva, creemos muy importante que el proceso terapéutico se lleve a cabo con un profesional experto en este tema, que pueda abordar una terapia que ha de ser –necesariamente- compleja y que es probable que se alargue en el tiempo para poder acompañar los cambios graduales pero profundos que el paciente irá experimentando.